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Lo que se ve no está aquí, ni tampoco allá. Sólo está, sin mi cuerpo. Un 'sitio' en donde se representan algunos de los pensamientos, de las fantasías, de las ficciones o de las 'realidades' de éste sujeto. Escritas, estampadas,
...
en
...
imágenes.

No importa su tonalidad
o
...
su
...
ritmo.

Menos importa lo que provoquen. Sólo se emiten ruidos y sones en una composición de letras que dejan el interior de un cuerpo en
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silencio.

Pa, pa ra pa, ( ) Pa, pa ra pa

lunes, 9 de abril de 2012

UNA FANTÁSTICA TARDE EN LA REALIDAD

Pablo Guillén, relato fantásico, Barcelona, Septiembre de 2010


Ayer fui al parque con mi sobrina. Tiene tres años. El parque, como muchos a lo ancho del Distrito Federal, no se encontraba en las óptimas condiciones. El pasto apenas se sostenía en la tierra y había alguna que otra basura regada: botellas de plástico, bolsas, etc. La realidad se mostraba contundente. El pasar del tiempo, con aquella vista de la cotidianeidad, a mi sobrina, le parecía lento. ¿Cuánto tiempo falta para ver a mamá?, me preguntó. Cuarenta minutos, le respondí. Dimos unas que otra vuelta y repentinamente, mi sobrina, vio una moneda de 1 peso en un pequeño espacio de tierra: ¿Y eso qué es? Estamos en el parque de los tesoros, si cavas ahí encontrarás muchos más, le dije. ¿En serio? Me miró con los ojotes abiertos. Empezamos a buscar ramas como palas, encontramos piedras como diamantes y hojas como gusanos que se querían apropiar de nuestros descubrimientos. Pero para eso. vimos al gato que era el dueño del parque, nos protegía como sus visitantes y ahuyentaba a todos los villanos que ponían a temblar a mi sobrina. Llegó mi hermana sin percatarnos de haber pasado una aventura de cuarenta minutos. Mi sobrina empezó de desobediente, no se quería ir, ni se quería poner su chamarra. Nos subimos al coche justo al atardecer. A nuestro lado derecho, se veía el cielo con sus nubes y con todos esos colores que atenúan el estrés de cualquiera después de un largo día. Mi sobrina, en una explosión de entusiasmo grito: ¡Miren, miren el atardecer! ¡Viene con nosotros! Volteamos y vimos como el cielo seguía el movimiento del coche, y todo lo demás, quedaba atrás.

Pablo Guillén, Ciudad de México, marzo de 2012.

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